lunes, 24 de octubre de 2016

¿SOBRE QUÉ TRATA ESTA OBRA?

Con motivo de mi 50 cumpleaños reuní a mis seres queridos con la intención de hartarlos afectivamente con una comida emocional que rebosase de generosidad y amor compartido. Quería convidarles (preciosa palabra, CONVIDARLES = CON-VIDA-DARLES = DARLES VIDA CON) para celebrar alimenticiamente nuestra amistad.

Pues bien, este libro no es más que la traducción escrita de una metáfora vivencial de esa experiencia emocional transformadora y su aplicación al ámbito de la educación. Porque como expreso en la introducción: “… ahora entiendo el gesto de fraternidad radical que realizó Jesús de Nazaret, quien, sabiéndose amenazado de muerte y para despedirse, convidó a sus amigos a un encuentro de profundo contenido nutritivo y emocional hacia los suyos. En el que además nos regaló un claro antecedente de la propuesta psicogastronómica que en este libro te presentamos, al utilizar el pan como emblema afectivo con el que alimentar socioafectivamente a los comensales de esa última cena. El reparto del pan es una magnífica metáfora del compromiso con el otro, del vínculo significativo con el próximo. Compañero/a es aquel que comparte el pan, comparte la vida; un símbolo de una potencia socioemocional extraordinaria con el que se refuerza el sentido de nuestra propia humanidad.  

1 comentario:

  1. Antonio desde que escuche por primera vez la palabra Psicocina socioafectiva, lo primero que resonó en mi fue lo original de tu idea. Ya hace un tiempo, en el curso del Experto donde nos animabas a poner en práctica nuestra creatividad y cocináramos nuestras propias recetas.
    Parecía un contenido más de aquel curso, una estrategia creativa más para aplicar en nuestras clases, pero he de confesar que muchas veces me encuentro picando menudito el perejil, como si cortara en trocitos pequeñitos mis preocupaciones del día para digerirlas mejor. O cómo disfruto lavando las hojitas de la lechuga, preparándola para que en la ensalada aporte toda su vitalidad y frescura para la tarde que me espera. No puedo evitar sonreír cuando mi abuela me pregunta ¿está buena la comida mi amor?, porqué sabe que la respuesta es sí. Sin pretenderlo, la Psicocina ha entrado en mi cocina y ha sido todo un placer y un descubrimiento precioso.
    Además, Antonio, me gustaría darte las gracias por alimentarme con tu sabiduría, por endulzar con tu sonrisa y tus bonitas palabras, por sazonar mi camino profesional y por abrirme el apetito a nuevas aventuras y nuevos retos. Eres un gran cocinero amigo.

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